de una ciudad
azul, de adoquines últimos.
Es la soledad
definitiva, tu soledad de siempre.
Es tu sed la
del fuego que devora el leño húmedo.
En un susurro
escapa tu nombre hacia el olvido,
desde la
hendidura que divide la madrugada vacía.
Sos la mujer
del nunca, en la ciudad del río,
que resbala
presurosa entre rieles de tranvías.
Cuando gira
Buenos Aires hacia el tiempo productivo,
y se opacan
los letreros anunciando horas largas,
¿en qué
rincón del miedo se acurruca tu presencia?
¿en qué
oxidada antena anidaron tus distancias...?
CARLOS MIGLIORE BATALLER
(Publicado en la revista VINCULOS de TRES DE FEBRERO-Año
1-Nº1-Julio 1986)
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