lunes, 21 de octubre de 2013

EL CUADERNO EN BLANCO

José Luis fue a escribir su historia, una tarde de febrero. Llevaba en sus manos un bolígrafo color negro y un cuaderno en blanco.

Pese a que su ánimo era elevado y sincero, pensaba que una vida escrita con caracteres negros, debía de ser muy fúnebre.

En realidad, aún era muy prematuro juzgarlo, pues, desde que él había decidido ser autor de su historia, tan sólo habían pasado dos horas.

Hacía el mismo tiempo, que había abandonado la oficina, harto de rutina y complacencia fingida.

Luego de deambular tres o cuatro horas, por el escenario de la que debía de ser su vida, comprobó que su cuaderno aún estaba en blanco.

Una pregunta golpeaba su mente, despertando su calvario: -- ¿por qué no me sucede nada?

Y acurrucado en un banco de la estación de trenes, veía pasar la gente, que, cansada del día que borraba, intentaba, dentro de sus límites, cambiar el mundo, o no. Y su cuaderno estaba en blanco.

Sentado en el cordón de la vereda, contabilizaba minutos, taxímetros, canillitas. Y su cuaderno estaba en blanco.

Fue un golpe seco y sin trascendencia. La chapa de los colectivos es muy resistente. Y al fin, a nadie debía perjudicar que José Luis muriera antes de tiempo, con su cuaderno en blanco…

CARLOS MIGLIORE BATALLER

(Publicado en “CASTALIA”, revista de letras y otras cosas, Año 1-Nº3-Septiembre 1974, 
del Centro de Poetas y Escritores Asociados, Villa del Parque, Ciudad de Buenos Aires)

RECITAL POÉTICO

 
Centro de Poetas y Escritores Asociados, Villa del Parque, Ciudad de Buenos Aires. 
Lee Carlos Migliore Bataller. Atrás, Susana Fischer. 1975.

TRANSMITE LS297 - CANAL 24 (El Canal del Pueblo Trabajador)

 

(Publicado en revista "CASTALIA", Año 1-Nº3-Septiembre 1974
del Centro de Poetas y Escritores Asociados, 
Villa del Parque, Ciudad de Buenos Aires)

EL TELEVISOR, LOS PERICCELLI, Y SU MORAL INTACHABLE

21-8-1972
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Todo era alegría en la casa de los Periccelli. Al compás de los “jingles” comerciales, danzaban la seria señora Esmeralda Periccelli, el “nene” Carmelito Periccelli, técnico en electrónica, la “nena” Salustiana Periccelli, el perro “Colita” a secas y el gato, que, con lo cara que estaba la vida, ni nombre podía tener, y para más, llevaba siempre sobre sus espaldas la pesadumbre de ver a Esmeralda, Carmelito, Salustiana y Colita, que seguían sus movimientos, imaginándolo futuro y sabroso guiso.
El único que no danzaba con los “jingles”, debido a que regresaba muy cansado del encuentro con su amante, era el moralista señor Danubio Periccelli. A veces llegaba para los postres, y, como dirigido por un piloto automático, se encaminaba directamente a la cama, misión en la que a veces, erraba sus cálculos, y un ensordecedor ruido, indicaba que, nuevamente, el aterrizaje se había producido sobre el estereofónico del living.
Este sonido despabilaba un poco a “Colita”, quien, absorto en la telenovela preferida de la familia, intentaba decirle ¡shhh! con su pata peluda y sucia (valga el detalle).
Luego, “Colita” volvía su perra mirada hacia el mismo punto donde, como hechizados, languidecían ocho ojos y cuatro bocas abiertas, de distintos diámetros.
¡Bahh!, gritaba don Danubio agitando su brazo derecho, mientras, rearmándose,
trataba nuevamente de tomar puntería, para esta vez no errar en su propósito.
Pero una noche, una de esas noches que a uno le hacen decir muchas palabras
fuertes, pero estimulantes, el televisor se negó a dar su imagen acostumbrada.
Los rostros se volvieron, apesadumbrados, a la mesa.
-- ¡Nos queda el combinado! -- sugirió la voz de la nena.
-- Si tuviéramos discos… -- agregó una voz no identificada.
-- O la radio, si la hubiéramos arreglado mañana, como dijo Carmelito hace dos años continuó la misma voz.
Y así, viendo vanas las soluciones, todos se arrojaron llorando, ladrando y maullando a los pies del difunto.
-- ¡Es el tubo!, ¡está quemado! -- gritó Carmelito, asomando su cabezota detrás del aparato.
-- ¡Mañana, con la banda, voy a robar un tubo y te lo cambio, vieja! --
-- ¡Ay!, ¡el vivo!, “¡voy a robar un tubo, voy a robar un tubo!” -- dijo la nena.
-- Ya que vas, robá un televisor nuevo, de esos automáticos, pedazo de estúpido,
Idiota, marmota y carancho cabezón…--
Todos estos insultos, sobre todo el último, por su originalidad, hicieron  retroceder a Carmelito, quien, golpeando su tremenda cabeza en la pared, cayó desvanecido, cubierto
de revoque y un cuadro destruido…
-- ¡Ay, que será de mí!, mugió la señora Esmeralda, mientras se arrojaba llorando sobre el lecho nupcial, comentándole a la amante de su marido: ¿a usted le parece, a usted le parece..?, ¡después de darle doscientos veinte voltios, bien calentitos, todos los días, ¡hacerme esto..!, ¿¡qué será de mí, qué será de mí!? --
-- Querida, moderá el vocabulario que no estamos solos, grandísima…-- terminó
el moralista señor Periccelli.
-- ¡Ah!, ¡no! -- gritaba la nena.
-- ¡A mí este cachivache no me hace esto, lo voy a hacer morir de celos..!, ¡me voy a Cabildo, y al primer coche que me pare subo..!, ¡ya vas a ver maldito puerco..! --
Se colgó su collar de costumbre, tomó la carterita y salió.
Mientras, sobre el piso inundado por las lágrimas, Colita le comentaba al gato:
-- Viste, esta sí que se la rebusca bien, ¿no? --
Incitante le guiñaba un ojo.
CARLOS MIGLIORE BATALLER

GRACIELA, CARNE DE PÁJARO

Sobre un andén rojo, atardecido y desdibujado,
van los pasos de Graciela hacia el viento oscurecido.
Ella ignora los relojes, violentos y apresurados,
que en todas las estaciones marcan tiempos divididos.

Los hilos del telégrafo, se ocultaron entre azules,
y Graciela acuna un universo bajo su vestido tenue.
Alguien detiene los trenes al compás de exactas luces.
Alguien analiza un mundo, que sino es bueno, tampoco breve.

Graciela descubre una avenida, entre diarios y Mercedes,
mientras los buzones de Vasena, se acurrucan de olvidados.
Nadie sabe que está sola, que su vida no trasciende,
solo ese sol que respira, entre su carne de pájaro…

CARLOS MIGLIORE BATALLER

(Publicado en la revista VINCULOS de TRES DE FEBRERO- Año 1-Nº1-JULIO 1986)

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Nació en Rafaela, provincia de Santa Fé, el 6 de abril de 1952.
Integró  “El Círculo de los Poetas” de Antonio Muñoz Ramos (1972), publicando en las antologías de la colección  “Bastión Alerta” editada por dicho Círculo. Perteneció al “Centro de Poetas y Escritores Asociados” (1975/76), participando en muestras colectivas de poemas ilustrados. Ha colaborado en las revistas "Carrillón”, “Castalia”, “Fogón” (Saénz Peña),  “Ecos del viento” y el periódico “Apuntes” (de Santos Lugares). Fue integrante de la Comisión Directiva de la SADE, filial Noroeste Bonaerense (1979/82). Dedicado a la poesía - espectáculo, actuó en el “Grupo Juancito Caminador” (1977/78). Desde 1983 integra el  “Grupo del Conventillo”. Es también autor de letras de canciones.

Publicado en la revista “Vínculos de Tres de Febrero”, directora: Mabel Lifschitz, Nº 1, Año 1, Julio 1986, junto a los poemas “Graciela, carne de pájaro” y “Poema de la mujer que recorre las otras calles”.