José Luis fue a escribir su
historia, una tarde de febrero. Llevaba en sus manos un bolígrafo color negro y
un cuaderno en blanco.
Pese a que su ánimo era
elevado y sincero, pensaba que una vida escrita con caracteres negros, debía de
ser muy fúnebre.
En realidad, aún era muy
prematuro juzgarlo, pues, desde que él había decidido ser autor de su historia,
tan sólo habían pasado dos horas.
Hacía el mismo tiempo, que
había abandonado la oficina, harto de rutina y complacencia fingida.
Luego de deambular tres o
cuatro horas, por el escenario de la que debía de ser su vida, comprobó que su
cuaderno aún estaba en blanco.
Una pregunta golpeaba su
mente, despertando su calvario: -- ¿por qué no me sucede nada?
Y acurrucado en un banco de
la estación de trenes, veía pasar la gente, que, cansada del día que borraba,
intentaba, dentro de sus límites, cambiar el mundo, o no. Y su cuaderno estaba
en blanco.
Sentado en el cordón de la
vereda, contabilizaba minutos, taxímetros, canillitas. Y su cuaderno estaba en
blanco.
Fue un golpe seco y sin
trascendencia. La chapa de los colectivos es muy resistente. Y al fin, a nadie
debía perjudicar que José Luis muriera antes de tiempo, con su cuaderno en
blanco…
CARLOS MIGLIORE BATALLER
(Publicado en “CASTALIA”, revista de letras y otras cosas, Año
1-Nº3-Septiembre 1974,
del Centro de Poetas y Escritores Asociados, Villa del
Parque, Ciudad de Buenos Aires)
Muy bueno, Carlos!!!
ResponderEliminarHay que animarse a escribir el futuro y vivirlo.